Imagina este escenario: tu hijo hace una pataleta en el supermercado, se niega a bañarse o rompe un jarrón… y tú, agotado, sientes que los gritos son tu única herramienta. Calma, no estás solo. Criar sin gritos no es ser “padre perfecto”, sino aprender estrategias que funcionan. Y lo mejor: la ciencia respalda que educar con amor y firmeza es más efectivo que los gritos, que suelen aumentar la ansiedad y rebeldía en los niños (Wang & Kenny, 2013). En este blog, te daremos herramientas prácticas para lograrlo, incluso en los días más difíciles.
¿Por qué gritamos? Los gritos suelen surgir del estrés o la frustración. Cuando estamos alterados, el cerebro emocional (amígdala) domina sobre el racional, dificultando el control de impulsos y bloqueando la paciencia (Goleman, 1995).
¿Cómo hacerlo?
La American Psychological Association (2023) destaca que la comunicación respetuosa fomenta la cooperación, ya que los niños imitan el comportamiento de sus cuidadores. Los niños cooperan más cuando se sienten entendidos. Validar emociones reduce berrinches y crea confianza (Siegel & Bryson, 2012). Por ejemplo, si tu hija se niega a guardar sus juguetes, prueba esto:
Paso 1: Ponte a su altura (agáchate o siéntate).
Paso 2: Válida su emoción usa frases en primera persona como “Veo que prefieres seguir jugando, ¿verdad?”.
Paso 3: Explica el límite con firmeza amorosa “Entiendo, pero ahora es hora de guardarlos. ¿Quieres hacerlo cantando una canción o rápido como un superhéroe?”.
La firmeza no requiere gritos. Según la teoría del apego (Bowlby, 1969), los límites consistentes brindan seguridad ya que los niños aceptan mejor los límites cuando entienden su propósito.
¿Cómo aplicarlo?
Ejemplo: Tu hijo no quiere hacer tareas. En lugar de gritar prueba:
Las consecuencias lógicas fomentan la responsabilidad. Según un estudio de Larzelere et al. (2017), resultan más efectivas que los castigos. Para entender mejor las consecuencias y castigos imaginemos qué tu hijo no recoge sus juguetes a pesar de decirle constantemente, tú puedes realizar alguna de las siguientes opciones:
La diferencia entre el castigo y las consecuencias es que estas últimas están ligadas a la acción y enseñan responsabilidad (Larzelere et al., 2017).
Tips para aplicarlas:
¿Te has fijado que a veces solo corregimos lo negativo? La ciencia dice que destacar lo positivo motiva más (Skinner, 1953).
Práctica:
Ejemplo
El estrés en padres aumenta el riesgo de usar gritos (APA, 2023). Recuerda que el autocuidado no es un lujo, es prioridad, por eso la Universidad de Harvard (2020) recomienda:
Criar sin gritos no es una meta, es un camino. Habrá días buenos y otros no tanto. Lo importante es practicar, no perfeccionar. Cada vez que respiras antes de gritar, cada límite puesto con amor, estás construyendo un vínculo fuerte y un futuro adulto emocionalmente sano.
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