Publicado por AdminKonrad el 03/09/2025
Imagine que, después de una semana particularmente difícil, lidiando con situaciones tensas en el trabajo, escuchando las preocupaciones de un ser querido o simplemente navegando por el bombardeo constante de noticias y estímulos, se encuentra sin energía, irritable o con una sensación persistente de malestar. Estas experiencias, que son parte de la fragilidad humana, pueden afectar no solo nuestro estado de ánimo inmediato, sino también nuestro bienestar general si no las gestionamos adecuadamente. Así como cuidamos nuestro cuerpo cuando está cansado, nuestras emociones y nuestra salud mental también requieren atención deliberada y constante.
Aquí es donde entra en juego el autocuidado emocional, un aspecto fundamental del bienestar. Pero ¿Qué es el autocuidado emocional?
De manera general, el autocuidado se refiere a la gama de decisiones y cuidados relacionados con la salud que las personas, los miembros de la familia y la comunidad emprenden por sí mismos para mantener la buena salud. Esto incluye todas las decisiones de salud que las personas (como individuos o consumidores) toman para sí mismas y sus familias para estar y mantenerse física y mentalmente en forma, como comer sano, hacer ejercicio regularmente, practicar buena higiene y evitar riesgos para la salud (World Health Organization, 2009).
Además, la Organización Mundial de la Salud (2024) entiende el autocuidado como la habilidad que tienen las personas, sus familias y las comunidades para fomentar, preservar y proteger su salud, así como para prevenir y afrontar enfermedades, independientemente de si cuentan o no con el apoyo de profesionales de la salud o cuidadores.
En el contexto de la salud mental y el bienestar emocional, el autocuidado puede verse como una competencia, siendo así una habilidad que se adquiere y se desarrolla a través de la experiencia y la formación (Holguín-Lezcano et al., 2020). Para los profesionales de la psicología, por ejemplo, se describe específicamente como las habilidades para promover la salud, el bienestar emocional y la calidad de vida, y para detectar, enfrentar y resolver las condiciones particulares de desgaste asociadas a su ejercicio profesional (Durruty, 2005, como se citó en Holguín-Lezcano et al., 2020).
La importancia del autocuidado emocional radica en que nuestras emociones no son accesorias: moldean cómo pensamos, cómo nos relacionamos y cómo enfrentamos los desafíos diarios. Ignorar nuestras emociones o no gestionarlas adecuadamente puede llevar al agotamiento emocional, a dificultades en nuestras relaciones personales y profesionales, e incluso a problemas de salud física (Shanafelt & Noseworthy, 2017).
De acuerdo con investigaciones en inteligencia emocional, ser capaces de reconocer y regular nuestras emociones es un pilar esencial para el bienestar personal y el éxito en diferentes áreas de la vida (Fernández-Berrocal & Ruiz Aranda, 2008). Así, cuidar de nuestro mundo emocional no solo nos ayuda a sentirnos mejor, sino también a vivir de manera más plena y consciente.
A continuación, te brindaremos diferentes herramientas que puedes tomar en cuenta para un autocuidado emocional sostenible:
El autocuidado emocional ofrece múltiples beneficios: mejora la regulación afectiva, fortalece la resiliencia y previene el desgaste emocional crónico. Estudios como los de Neff & Germer (2013) y Raab (2014) muestran que prácticas como la autocompasión y la reflexión consciente ayudan a disminuir la reactividad emocional, fomentan decisiones más equilibradas y actúan como protección frente al estrés y la sobrecarga, tanto en el ámbito personal como laboral.
Sin embargo, también puede presentar desafíos. Practicarlo de forma rígida o verlo como una obligación más puede generar culpa o frustración, especialmente en personas autoexigentes (Salerno et al., 2021). Además, existe el riesgo de confundir autocuidado con evasión emocional o indulgencia excesiva, perdiendo su función reguladora. Como señala Wignall (2020), cuidarse no siempre es hacer lo fácil, sino a veces enfrentarse con honestidad a lo que evitamos. Por eso, más que una fórmula, el autocuidado emocional debe entenderse como una práctica flexible y consciente. No siempre sabrás cómo hacerlo, pero empezar a escucharte ya es un buen comienzo.
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