Publicado por AdminKonrad el 03/09/2025
En un entorno donde las exigencias diarias pueden limitar la calidad del bienestar y la salud mental, momentos de autocuidado son cruciales para un estilo de vida sostenible. ¿Conoces qué es el autocuidado? Es la capacidad para promover y mantener la salud, prevenir enfermedades y hacerles frente con o sin apoyo de otros (OMS, 2024).
Las prácticas de autocuidado diaria tienen una influencia importante en el desempeño y rendimiento de actividades. Así mismo, mejoran la calidad de vida y fortalecen el bienestar, dimensión que incluye una buena salud, disminución en la angustia y satisfacción (Schaefer et al, 2024).
Estas prácticas fomentan la responsabilidad en cada persona sobre aquellas cosas que afectan su salud y cómo conservarla (Fundasil, 2022). La OMS (1946) define la “salud” como un estado de bienestar integral en lo físico, mental y social. En la salud física, se refiere al estado óptimo del cuerpo humano, que permite un funcionamiento adecuado de sus sistemas, la ejecución de actividades diarias y el disfrute del tiempo libre con energía y sin fatiga excesiva.
Tener “salud” implica no sólo la ausencia de enfermedades, sino también la presencia de factores positivos como buena condición cardiovascular, fuerza muscular, flexibilidad y un equilibrio en indicadores fisiológicos (Caspersen et al, 1985; OMS, 2016).
Ahora, te has preguntado ¿cómo tu salud y autocuidado físico pueden impactar tu salud mental? La salud física y la salud mental están estrechamente vinculadas y se influyen mutuamente. Mantener un cuerpo saludable no sólo contribuye a prevenir enfermedades físicas, sino que también favorece el equilibrio emocional, la función cognitiva y la resiliencia psicológica (OMS, 2022).
Existen diferentes formas de autocuidado según las dimensiones que abarque. El autocuidado físico, se refiere a lo relacionado con el bienestar del cuerpo, la satisfacción de necesidades biológicas y el desarrollar habilidades para prevenir complicaciones (Fundasil, 2022).
Dos acciones relevantes que se pueden realizar en la cotidianidad para satisfacer este aspecto son la actividad física y una alimentación saludable y consciente (Ministerio de Salud de Chile, 2020).
La OMS (2024) define la actividad física como todo movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que requiera consumir energía. Pueden ser tanto actividades de ocio, como dirigirse hacia el trabajo.
Algunos ejemplos son: caminar, montar en bicicleta, pedalear, practicar deportes, participar en juegos y actividades recreativas. Debe tenerse en cuenta que la actividad física no es lo mismo al ejercicio físico pues, este es un tipo concreto de actividad física que amerita un movimiento corporal planificado, estructurado y repetitivo (Ministerio de Sanidad de España, 2013)
Por otro lado, la alimentación saludable es aquella que proporciona todos los nutrientes esenciales que el cuerpo necesita para funcionar correctamente, mantener una buena salud y prevenir enfermedades crónicas. No se trata únicamente de evitar alimentos, sino de adoptar un patrón alimentario equilibrado, variado, y adaptado a las necesidades individuales en función de la edad, el sexo, el nivel de actividad física y las condiciones de salud (OMS, 2020).
Según Gallegos (2023) se encuentra que la actividad física no soló ayuda a mantener un estado de salud óptimo, sino que las personas que invierten de 4 a 5 horas semanales en ello experimentan niveles reducidos de estrés, en donde a mayor cantidad de ejercicio que practican semana a semana, hay un incremento positivo en la salud mental; también hay una asociación entre el tiempo que se invierte al ejercicio físico con la autoestima y autoconcepto, donde las personas que practican esta actividad por mayor tiempo encuentran en sí mismos más capacidades positivas y atributos personales, así mismo, realizar actividades de manera individual tiene mejores resultados y disminuye los niveles de ansiedad y depresión.
Otro beneficio es la mejora en los roles sociales de cada individuo, el estado de ánimo, la reducción de enfermedades crónicas (cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y pulmonares crónicas) y promueve la salud del sistema cardiovascular y musculoesquelético, al proporcionar minerales para soportar el peso del cuerpo (Salazar et al., 2019).
Adicionalmente, adoptar una dieta equilibrada ayuda a mejorar el estado de ánimo, la función cognitiva y la resiliencia emocional, y puede ser una herramienta eficaz en el abordaje de trastornos mentales comunes; dados los requerimientos nutricionales del cerebro para su adecuado funcionamiento, la adopción de alimentos que incluyan dichos nutrientes puede ayudar a su metabolismo.
Así mismo, una alimentación rica en probióticos y patrones dietéticos saludables ayudan a la protección y producción de neurotransmisores involucrados en el estado de ánimo (Gómez, 2008; Lassale et al, 2019).
También, es importante tener en cuenta la alimentación consciente, que se refiere al proceso de prestar atención plena a la experiencia de comer, sin juzgar, y a las señales de hambre, saciedad, emociones y patrones alimentarios (en general, el por qué comemos). Este proceso ayuda a mejorar la relación con la comida, la imagen corporal y la regulación emocional (Framson et al, 2009).
Por lo tanto, es fundamental implementar hábitos de autocuidado físico dentro de la rutina diaria, con el fin de mejorar la calidad de vida y el bienestar de la salud mental.
A continuación, te presentamos algunas recomendaciones y actividades que te ayudarán a propiciar el autocuidado frente a la actividad física y la alimentación, recordando que es importante que vayan de la mano con acompañamiento profesional para necesidades individuales de cada persona:
Realizado por:
Practicantes en formación del área clínica
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Saray Mariana Rodríguez Ramírez
Supervisoras del área clínica
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