El duelo es una experiencia profundamente humana. Sin embargo, cuando quien lo vive es un adolescente, la intensidad emocional se mezcla con los desafíos propios de una etapa de cambios, identidad y búsqueda de sentido. Acompañar a un adolescente en duelo, ya sea por la pérdida de un ser querido, una ruptura, el cambio de colegio o ciudad, o cualquier otra pérdida significativa, no siempre es fácil, pero sí es posible y necesario.
Aquí te dejamos algunas claves prácticas para brindar un acompañamiento respetuoso, empático y constructivo.
Lo que para un adulto puede parecer una “pérdida menor”, para un adolescente puede ser un terremoto emocional. Evita frases como “eso pasa” o “ya se te va a pasar”. En su lugar, intenta decir: “Sé que esto te duele mucho” o “Estoy aquí si necesitas hablar” (Worden, 2009).
Muchas veces no necesito consejos, sino simplemente ser escuchados sin juicio. Haz preguntas abiertas como: “¿Cómo te has sentido últimamente?”, “¿Qué ha sido lo más difícil de esto para ti?”. El silencio también puede ser un espacio seguro si está acompañado (Transitions GriefCare, 2020).
Puedes aplicar la técnica del “minuto de silencio activo”: escucha un minuto completo sin interrumpir y luego repite lo que entendiste.
Mira el siguiente video para complementar la información:
https://youtu.be/qEX9eoUYxLo?si=CaFchM8m_jCiiHiz
El duelo no tiene un calendario. Algunos adolescentes hablarán de lo que sienten de inmediato, otros lo harán en semanas o meses después. Permíteles su tiempo y evita frases como “debes superarlo” o “ya es hora de seguir” (Kübler-Ross & Kessler, 2006).
No tienes que ser perfecto ni esconder tu dolor. Muestra tus propias emociones de forma sana les enseña que sentir es válido. Eso sí, sin hacer que ellos sientan que deben cuidar de ti (Fernández Alcántara, 2016, p. 254).
Dentro de la conversación puedes contar como enfrentaste situaciones similares o como las hubieras enfrentado, pero si lo prefieres puedes escribir una carta contando la experiencia para que la o el adolescente la tenga allí siempre que la necesite.
En momentos de caos emocional, las rutinas pueden ser anclas. Invítalos a mantener ciertos hábitos como horarios regulares, espacios de ocio, actividad física o incluso responsabilidades livianas (Weinstein & Lister, 2024).
Pueden elaborar juntos un horario diario que incluya: descanso, estudio, actividad física y tiempo libre.
Te compartimos una plantilla para identificar más fácilmente en qué momentos surgen las emociones y como las enfrenta el o la adolescente.
https://www.canva.com/es_ar/plantillas/EAFKqPVfMH0-nombro-mis-emociones-hoja-de-trabajo-colorida/
Evitar el tema por miedo a hacer daño solo aumenta el aislamiento. Si el duelo fue por la muerte de alguien, puedes decir cosas como: “¿Recuerdas cuando él/ella…?”, o “A veces yo también extraño…”. Nombrar lo perdido da permiso para sentir (Aberastury, A., & Knobel, M, 1984).
En el siguiente video se encuentran algunos ejemplos de cómo abordar el tema.
https://youtu.be/P_WGSJFc-rQ?si=J5ianTrhA8ol4xgz
No todos lloran o hablan. Algunos adolescentes dibujaron, escriben, se encierran o incluso se enojan. Acompaña sin forzar. Puedes ofrecer herramientas como diarios personales, libros, películas que hablen del duelo, o simplemente estar ahí cuando lo necesiten (Fundación Mario Losantos del Campo, 2025).
Estar triste, ansioso o desmotivado por un tiempo es esperable. Pero si el adolescente deja de comer, dormir, estudiar, se aísla por completo o expresa ideas autodestructivas, es fundamental buscar ayuda profesional (The Children’s Room, 2022).
Anímalos a estar con amigos, personas de confianza o espacios seguros donde puedan compartir. También puedes sugerir grupos de apoyo, talleres o incluso espacios virtuales, según sus intereses (Gómez López & Molina Vásquez, 2024).
Una frase sencilla como “No estás solo/a en esto” puede marcar una diferencia enorme. Lo importante no es encontrar las palabras perfectas, sino demostrar con hechos pequeños que estás ahí puedes demostrarlo con un mensaje, una merienda, una conversación, una caminata.
Acompañar no es curar, es sostener
Nadie puede vivir el duelo por otro, pero sí podemos caminar a su lado. Ser una presencia confiable, paciente y genuina en medio del dolor puede convertirse en un acto profundamente reparador.
El duelo en la adolescencia no necesita soluciones mágicas, sino presencias humanas auténticas. Acompañar no es resolver, es estar, escuchar y sostener. Te invitamos a seguir profundizando en este tema y a convertirte en un faro de comprensión para quienes más lo necesitan.
Realizado por:
Supervisor: Michel Armando Chaparro Nivia
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