Manuel estaba seguro de que ese sábado iba a ser tranquilo. Planeó ver una película con su hija, Camila, de 15 años, como solían hacerlo antes.
Tocó la puerta y asomó la cabeza. Camila estaba en su celular, con audífonos y una sonrisa mientras escribía.
—Cami, ¿quieres ver algo juntos?
Camila apenas levantó la mirada. —No, papá. Estoy ocupada.
Manuel sintió un nudo en la garganta. ¿Cuándo había cambiado todo? Se quedó en la puerta unos segundos, pero no insistió. Recordó su propia adolescencia. También había querido su espacio y tenía las mismas conversaciones con su mamá.
Pensó que quizás no se trataba de forzar los momentos, sino de encontrar nuevas maneras de conectar con su hija.
Situaciones como esta ocurren en muchas familias. ¿Te ha pasado algo similar con tu hijo? Los adolescentes buscan independencia, y los padres sienten que están perdiendo la conexión. Pero ¿es posible criar sin conflictos y fortalecer la relación?
Para empezar, es fundamental entender qué es lo que está pasando en la mente de tu hijo adolescente. Sigue leyendo, esto te ayudará a comprenderlo mejor y fortalecer su relación.
La adolescencia es una etapa de cambios en todos los sentidos: físicos, emocionales y sociales. Es el período en el que los niños dejan de serlo y comienzan a formar su identidad como adultos. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014) define la adolescencia entre los 10 y 19 años, pero la forma en que se vive varía según la cultura, la familia y el entorno (Blakemore, 2018).
El psicólogo Erik Erikson (1950) explicó que en esta etapa los jóvenes buscan descubrir quiénes son. Si no logran definir su identidad, pueden sentirse inseguros y tener dificultades para tomar decisiones. Es por esto que, en este proceso de construcción de identidad, es común que los adolescentes cambien su forma de pensar y comportarse, lo que puede generar dudas en su forma de actuar para quienes los rodean.
Estos cambios en la identidad y el comportamiento pueden generar desconcierto en quienes los rodean, especialmente en los padres. Pero, ¿qué hay detrás de estas transformaciones?
Si eres padre de un adolescente, seguramente en alguna ocasión has notado o te has preguntado ¿por qué hay cambios en el actuar de mi hijo?” Estos cambios pueden resultar desconcertantes, pero tienen una explicación: no es solo una cuestión de actitud, sino de cambios en su cerebro. Muchas veces los padres sienten que su hijo adolescente cambió de la noche a la mañana. Lo que antes disfrutaban juntos ya no les interesa, parecen más emocionales o impulsivos, y buscan más la compañía de sus amigos que la de su familia. Sin embargo, todo esto tiene una razón y es que su cerebro está en proceso de desarrollo.
Por un lado, la parte del cerebro que controla los impulsos y ayuda a pensar antes de actuar (corteza prefrontal) aún no está completamente desarrollada (Luna, 2009). Por lo que a veces pueden actuar sin pensar en las consecuencias (Casey, Jones & Somerville, 2011). Por otro lado, la parte del cerebro que maneja las emociones y la búsqueda de recompensas (sistema límbico) se desarrolla más rápido, lo que los hace más sensibles a la recompensa y a la aprobación social (Steinberg, 2014).
Además, en esta etapa su cerebro hace una “limpieza” de conexiones que no usa mucho para volverse más eficiente, un proceso conocido como poda sináptica (Gogtay et al., 2004). Como resultado, los adolescentes pueden ser muy influenciables por su entorno y experiencias.
Por eso, no es raro que reaccionen con intensidad, que desafíen reglas o busquen más independencia. No significa que sea su culpa o la de los padres, sino que su cerebro está pasando por grandes cambios. Entender esto ayuda te puede ayudar a tener más paciencia y encontrar mejores formas de comunicarte con ellos (Blakemore & Choudhury, 2006; Somerville, 2013).
Sin embargo, aunque estos cambios cerebrales han sido parte de la adolescencia en todas las generaciones, el contexto en el que ocurren no es el mismo.
Con todo esto te preguntarás entonces, ¿por qué si todos hemos pasado por la adolescencia y tenemos estos cambios en nuestro cerebro, puedes percibir que la adolescencia de ahorita es diferente a la de antes?
Esta sensación no es solo una percepción de los padres, sino el reflejo de cómo la sociedad ha cambiado y con ella la manera en que los adolescentes experimentan esta etapa. Muchos padres sienten que sus hijos adolescentes son completamente distintos a cómo fueron ellos y en parte es cierto. Antes, la comunicación era cara a cara, las reglas eran más estrictas y la familia tenía un rol más central. Hoy, la tecnología y las redes sociales influyen en su forma de relacionarse y expresarse (Livingstone & Third, 2017).
Los estudios muestran que los adolescentes de hoy valoran más su autonomía y la autoexpresión, mientras que las generaciones anteriores crecieron con estructuras familiares más tradicionales (Twenge, 2019). Estos cambios pueden generar desafíos, pero entender su mundo y adaptarse a los cambios es clave para fortalecer la relación sin conflictos. Ante estos cambios, es importante reflexionar sobre el papel de los padres y cómo pueden orientar a sus hijos en este proceso.
Entonces, ¿Cuál papel de los padres en la relación con sus hijos adolescentes?
Los padres buscan guiar a sus hijos con normas y valores que les ayuden a crecer de forma saludable y responsable. Sin embargo, es común que los adolescentes vean estas reglas como una forma de control o una muestra de desconfianza. Esto se debe a que, en esta etapa de la vida, están construyendo su identidad y ganando independencia (Steinberg, 2005). Esta búsqueda de independencia puede generar diferencias y tensiones, pero lejos de ser un obstáculo, estos desafíos forman parte del desarrollo.
Es normal que surjan desacuerdos entre padres e hijos y lejos de ser un problema, estos pueden ser una oportunidad para fortalecer la relación. Así que la clave no es evitarlos, sino aprender a manejarlos. Es por esto por lo que los estilos de crianza y cómo se establecen normas y límites juegan un papel muy importante en la forma en que se desarrollan estos conflictos.
La forma en que los padres establecen reglas y límites a sus hijos influye mucho en la relación con ellos, es por esto por lo que te explicaremos la característica de dos estilos de crianza y cómo esta afecta cuando hay conflictos:
Ahora, con lo que te hemos mencionado, cómo te suena el que los desacuerdos pueden ser oportunidades. Así es, los conflictos entre padres e hijos no tienen que verse como una amenaza. Ya que, si los manejas de una manera adecuada, estos ayudan a los adolescentes a expresar sus opiniones y a fortalecer su crecimiento personal y emocional por medio del diálogo (Puentes, 2017).
Así que es muy importante normalizar los desacuerdos en casa y evitar interpretarlos como una situación negativa. Reconocer las emociones de los hijos y tener espacios de diálogo permite que los conflictos sean oportunidades para fortalecer la confianza y el respeto mutuo (Alonso, 2020). Además, es fundamental crear espacios donde el adolescente se sienta seguro para expresar sus emociones libremente.
Si últimamente sientes que conectar con tu hijo adolescente es cada vez más difícil, ¡no estás solo! Como ya has visto, la adolescencia es una etapa llena de cambios físicos, emocionales y sociales que pueden generar conflictos y distanciamiento. En este proceso, la conexión emocional es clave para mantener una relación cercana y de confianza.
La conexión emocional se construye con pequeñas acciones diarias, mostrando cariño, afecto, comprensión y respeto por su espacio. La forma en que manejas tus propias emociones influye directamente en cómo tu hijo aprenderá a gestionar las suyas (Jordan et al., 2024). Por eso, es importante que tú también seas un modelo emocional positivo para él.
Aquí tienes algunas estrategias prácticas (basadas en GenerationPMTO; Holtrop et al., 2022) que puedes usar fácilmente en el día a día para fortalecer esta conexión:
Valorar los comportamientos positivos de tu hijo refuerza su autoestima y fortalece el vínculo afectivo entre ustedes.
Ejemplo:
Si tu hijo te ayudó con las bolsas de mercado sin pedírselo, dile:
“Gracias por ayudarme con las bolsas, valoro mucho tu iniciativa.”
Los adolescentes necesitan límites para sentirse seguros, pero también es clave explicarles la razón detrás de las reglas.
Ejemplo:
“Acordamos que llegarías a casa a las 7. Si llegas más tarde, mañana tendrás que regresar más temprano. Lo hacemos para cuidarte.”
Ayuda a tu hijo a enfrentar situaciones difíciles desde una perspectiva positiva y colaborativa.
Ejemplo (conflicto con amigos):
“Sé que esto te duele, pero quizá tu amigo también esté pasando por un mal momento. ¿Qué podrías hacer para mejorar o entender mejor la situación?”
Ejemplo (estrés del colegio):
“Aunque este examen parece difícil, ya has pasado otros similares. ¿Qué hiciste antes que te pueda servir ahora?”
Mostrar interés genuino por lo que hacen tus hijos fortalece la confianza, siempre respetando su privacidad y autonomía.
Ejemplo:
Cuando vaya a salir, pregúntale algo sencillo:
“Cuéntame con quién vas hoy, y mándame un mensaje cuando llegues para estar tranquilo.”
Dedicar tiempo para actividades que disfruten juntos fortalece el vínculo emocional. También recuerda que el contacto físico, como un abrazo o un gesto afectuoso, puede ayudar a calmar y conectar emocionalmente con tu hijo (Siegel & Bryson, 2015).
Ejemplo:
“Este fin de semana podríamos ver una película en casa o ir al parque Simón Bolívar, ¿qué prefieres?”
Estas acciones simples pueden transformar significativamente tu relación con tu hijo adolescente, convirtiendo los conflictos cotidianos en oportunidades para fortalecer su conexión emocional, cultivar la confianza y disfrutar más esta etapa juntos.
Realizado por:
Supervisor: Carolina Mejía Buitrago
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